ASEMA
A lo largo de la historia los hombres han pasado de una economía de recolección -cazar, recoger frutos silvestres o pescar- a otra forma más ventajosa: la de producir el alimento que necesitan. Y ello pasa por la realización de diferentes actividades, tales como son la agricultura, la ganadería y, más recientemente, la acuicultura.
De manera general, podemos decir que hay dos formas diferentes de acuicultura según el tipo de agua en la que se produce la cría de los organismos acuáticos.
La cría en agua dulce, en lagos y ríos, se llama acuicultura continental y ya en China, en el año 3.500 A.C, existía el cultivo de la carpa. Y más tarde, en el siglo XV, en Europa Occidental, se usaban las fuentes de los monasterios y abadías para mantener vivos a los peces (carpas, truchas…)
La cría en agua salada o agua salobre se denomina acuicultura marina y ya los romanos y los griegos cultivaban ostras. En España, es en los años 40 cuando la acuicultura marina se inicia con el cultivo del mejillón y es a partir de los años 70 cuando continúa con la cría de peces en los esteros y, más tarde, con los viveros de mar.
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